Emprender no es solo cosa de hombres. Las mujeres españolas tienen la misma capacidad para desarrollar un negocio, y lo hacen. Así lo indica el Informe Especial GEM (Global Entrepreneurship Monitor) España 2016, que estima que el 86,9% de la población considera que ambos sexos pueden poseer los mismos conocimientos y habilidades para desarrollar una empresa. De hecho, según este estudio, en España, cada día hay más mujeres que deciden emprender.
Actualmente, la Tasa de Actividad Emprendedora (TEA) -que mide las iniciativas emprendedoras con menos de 3,5 años de vida- apunta que la femenina global se sitúa en el 11%, mientras que la española, tras caer al inicio de la crisis, se ha estabilizado en el 4,5%. En parte, porque, desde 2005, la población ha perdido la fe en que montar un negocio pueda suponer una buena opción profesional en España. En concreto, esta evolución ha pasado del 71,4% al 53,7% entre 2005 y 2016.
Asimismo, durante este tiempo, se han recortado distancias entre el número de mujeres y hombres que emprenden, aunque estos siguen a la cabeza. La diferencia que los separa se ha reducido en un 30% desde 2005, y, en la actualidad, España disfruta del porcentaje más pequeño de la Unión Europea -1,8% de la TEA-. En el mundo, hay 128 millones de mujeres emprendedoras, de las cuales, 650.000 son españolas.
No obstante, pese a que las mujeres españolas destacan por sus capacidades y habilidades empresariales por encima de la media global, están a la cola en percepción de oportunidades y emprendimiento. En 2016, el emprendimiento total español fue del 6,1%, mientras que el promedio de otras economías basadas en la innovación fue del 18,5%. De hecho, los países peor parados fueron España, Alemania (8,1%) y Grecia (9,3%).
Trabas con las que deben lidiar las mujeres emprendedoras
En cierta medida, esta situación se ve propiciada por las trabas con las que muchas mujeres se encuentran, que les hacen cuestionarse si desarrollar su idea o no: la conciliación y la financiación. Sin embargo, según apunta el GEM, esta situación podría solventarse con un cambio en la propia percepción emprendedora, de tal modo que se disminuya el miedo al fracaso, que es un temor que comparten el 29,7% de las españolas que quieren emprender. Para esto, la única vía posible es a través de la educación y el autoconocimiento.
Si bien las startups suponen el 5,2% del Producto Interior Bruto (PIB) del país, la mayoría de los españoles no creen que el Gobierno les esté allanando el terreno para poder realizar su labor profesional. En concreto, el 67% de los trabajadores considera que el Ejecutivo no apoya la creación de nuevas empresas emergentes. Así lo refleja un estudio de la empresa Randstad, que estima que siete de cada 10 ocupados considera que no se está ayudando lo suficiente a los emprendedores.
Según este informe, la desconfianza en que haya una ayuda institucional -a través de la regulación, por acceso al crédito o por facilidades burocráticas- es un 12% mayor a la de la media europea, que alcanza el 55%. De hecho, los trabajadores de países del sur de Europa -a excepción de Portugal (53%)- son los más críticos con sus normativas estatales, como ocurre en Grecia (80%) e Italia (67%); mientras que los más satisfechos están en Reino Unido y Noruega (43%) y Alemania (47%).
Programa de Apoyo Empresarial a las Mujeres
Sin embargo, sí que existen tales ayudas, tanto en España como en la Unión Europea. En el caso femenino, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad cuenta con el Programa de Apoyo Empresarial a las Mujeres (PAEM), una red de promoción -nacional e internacional- y apoyo a la actividad empresarial femenina que facilita una formación en startups, asesoramiento, planes de viabilidad, estudios de mercado e información sobre comercio interior y exterior.
Además, dispone de un plan de microcréditos de hasta 25.000 euros para la financiación de proyectos, con un máximo del 95% de la inversión, y de un programa de emprendimiento femenino en el mundo rural: Desafío Mujer Rural. Iniciado en 2016, este pretende apoyar el salto al desarrollo en los pueblos y facilitar el apoyo técnico y acceso a las vías de financiación, especialmente en sectores innovadores vinculados con las tecnologías y la comercialización.
Por su parte, la Comisión Europea cuenta con el programa Small Business Act (SBA), con el que facilitar a las pymes el acceso al mercado europeo y a la financiación, y con el plan de acción Emprendimiento 2020, fijado para cambiar la concepción empresarial en los países de la Unión. Para ello, se han acordado tres áreas de actuación: la educación empresarial, la eliminación de las barreras administrativas y el cuidado de la nueva generación de empresarios.