Mike Lindell, en el centro, fue recibido por Trump y lo puso como ejemplo de empresa que fabrica en EEUU

Mike Lindell es la personificación del sueño americano más insospechado. Pasó de ser un drogodependiente sin muchas perspectivas de salir del pozo a convertirse, con esfuerzo, en un empresario de éxito conocido como ‘El Rey de la almohada’.

Una historia real que él mismo define como un milagro. Aunque tenga final feliz, nada le fue realmente fácil en su camino hacia el éxito. Lindell encaja en el perfil de hombre hecho a sí mismo; su historia es la de un emprendedor tenaz.

Lindell abandonó la Universidad de Minnesota porque lo consideraba una pérdida de tiempo. En aquel momento tenía dos trabajos, perdió uno y su jefe le sugirió que, algún día, debería iniciar su propio negocio. Así, lo intentó y fracasó numerosas veces. Empezó un negocio de limpieza de alfombras; después probó suerte en los casinos y crío cerdos, pero nada fue realmente bien.

Entonces, escuchó hablar del éxito de los food trucks en California y pensó que era un negocio viable en Minneapolis. Decidió acudir a la empresa más grande de la ciudad e informó al jefe de que daría sandwiches gratis durante una semana. Al jefe de aquella empresa le encantó el espíritu emprendedor de Lindell. Sus aventuras empresariales no acabaron ahí, ya que también trabajo de camarero y fue propietario de un bar. Para entonces, ya era adicto a la cocaína.

MIke es llamado con frecuencia en las TV para que cuente su historia

Pero una noche de 2004, nació la gran idea de su vida. Apareció en un sueño. Se levantó en mitad de la noche y había escrito ‘My Pillow’, (Mi Almohada), por toda la casa. Su hija se levantó y le preguntó qué hacía, a lo que Lindell respondió que había tenido una idea y que se iba a llamar ‘MyPillow’.

Lindell, que pensaba que el artífice de su sueño era Dios, enseguida se puso a trabajar con su hijo para dar con una almohada que mantuviera la forma. Hizo doce y se fue a un establecimiento especializado y sin dilación les dijo “tengo la mejor almohada del mundo. ¿Cuántas queréis?”. Porque si hay algo que caracteriza a Mike Lindell, aparte de su tenacidad, es la plena confianza en sí mismo.

Los dueños del establecimiento le pidieron que se fuera. Como era de esperar el ahora `Rey de la almohada´ no se rindió y en aquella navidad alquiló un quiosco con 15.000 dólares prestados y consiguió vender sólo ochenta almohadas. Uno de esos compradores, que tenía un negocio local en Minneapolis, quedó impresionado con la almohada y las ventas despegaron.

Lindell, cuando empezó la fabricación de las almohadas

Pero también se hizo adicto al crack, su matrimonio se rompió, perdió su casa y casi pierde su negocio. En marzo de 2008, Lindell llevaba dos semanas sin dormir, así que el traficante que le vendía droga decidió dejar de hacerlo hasta que durmiera. Diez meses después, Lindell que estaba convencido de que Dios tenía mejores planes para él, rezó para no sentir la necesidad de drogarse más y, según él, su deseo por consumir drogas “desapareció”.

En 2011, ‘MyPillow’ apareció en un periódico local y en un día vendió más almohadas que en un año. El empresario comenzó a publicitarse y de cinco empleados, la empresa pasó a necesitar quinientos.

En la actualidad, cuenta con mil quinientos empleados y Lindell calcula haber gastado unos cien millones de dólares en publicidad. Ha vendido treinta millones de almohadas y ha pasado de tener ingresos anuales de cien mil dólares a trescientos millones de dólares. El empresario está expandiendo su negocio aumentando la línea de productos que ya incluye camas, ropa de cama y camas para mascotas. También va a publicar un libro autobiográfico y probablemente una película.

Lindell destina parte de los fondos a actos de caridad

Por otro lado, las conexiones políticas del `Rey de la almohada` son evidentes, apoyó a Trump antes de que este se convirtiera en presidente de Estados Unidos y fue invitado al evento ‘Made in America’ (Hecho en América). En el evento, Lindell se sentó al lado de Trump, que destacó ‘MyPillow’ como ejemplo de empresa que manufactura sus productos en el propio país.  Impresionado, declaró que Trump “iba a ser el presidente más increíble de la Historia”.

De cualquier forma, de la increíble historia de Lindell se pueden aprender valiosas lecciones. La primera es tratar a cada uno de los clientes como si fuera el único que tienes y sentir pasión por el producto que vendes. El negocio del multimillonario, al principio, despegó gracias al comprador que tenía una tienda y si Lindell no fuera un apasionado de su creación, hubiera tirado la toalla ante cualquier adversidad.

La segunda lección es la importancia de patentar un producto inventado, es la única forma de proteger tu idea.

Por último, no te olvides de que los gastos de envío sean económicos. Lindell cree haber perdido por los gastos de envío aproximadamente seis millones de dólares, hasta que consiguió hacer pedidos más voluminosos y logró economizarlos.

 

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